El
Silbón, un mal hijo asesino de su
padre, condenado a caminar por los
llanos venezolanos, un saco en la espalda
donde chorrean las vísceras
del papá,
silbando de una forma característica,
a la búsqueda de
viajeros nocturnos a
quienes apalear, cosa muy fácil para sus
más
de dos metros de altura, todo eso en el mes de mayo.
Era un 27 de abril, aprovechando el feriado largo del primero de
mayo,
nos fuimos todos a la Hacienda "La Curva", de mí tío
Alberto. Éramos más de cuarenta personas, casi todas
familiares y
una u otro novio. Yo estaba soltera por esa época, así
que lo único
que llevé fue mi hamaca, para colgarla en unos de los
corredores de
la hacienda, y mis profundos conocimientos sobre el
Silbón, silbido
incluido. Ya al llegar, tío Alberto me lleva aparte
y
cuchichea:
--Teresita, ¿viniste preparada para lo del Silbón? --cómplice.
--Claro que si, tío --muerta de la risa--. Traje un arsenal de lo más lindo.
Cuadramos todo para organizar la noche de espantos el 30 de abril.
Los días pasaron entre cerveza, cabalgatas, cerveza, chigüire
--Teresita, ¿viniste preparada para lo del Silbón? --cómplice.
--Claro que si, tío --muerta de la risa--. Traje un arsenal de lo más lindo.
Cuadramos todo para organizar la noche de espantos el 30 de abril.
Los días pasaron entre cerveza, cabalgatas, cerveza, chigüire
(capibara), cerveza, dominó, bolas criollas, cerveza, barajas
jugamos de todo y bebimos mucha cerveza.
La lluvia empezó a eso de la una de la madrugada del 30. Esperé
La lluvia empezó a eso de la una de la madrugada del 30. Esperé
que
todos se durmieran y a eso de las cuatro de la madrugada
, repté
entre las hamacas, con un tumba-rancho (petardo) en el
bolsillo, a la
búsqueda de mi tío, al cual encontré en un lastimero
estado
etílico pre comatoso. Sola, borracha y resuelta a seguir la
broma,
di la vuelta para situarme estratégicamente. Silbaba
por la derecha
y corría hasta ubicarme a la izquierda para
volver a silbar. Podía
oír un murmullo que iba en crecento.
Preparada
para el acto final, me ubiqué en la vía de los corrales
para salir
disparada, darles la vuelta y regresar entre las
supuestas víctimas
de mi "macabra" broma.
Silbido, tumba-rancho, carrera
Corro como nunca, entre la fría lluvia, sintiendo como el barro se
Silbido, tumba-rancho, carrera
Corro como nunca, entre la fría lluvia, sintiendo como el barro se
mete entre
mis dedos.
Explosión, griterío y lo veo Justo al frente, cortando mí paso.
Enorme, horrible,
hediondo a sangre y muerte Me freno
sintiendo como mis oídos zumben
levanta la enorme mano que
viene a chocar contra mi frente y lo demás
es cuento ajeno.
Me consiguen en la parte de atrás del primer comedero de las
Me consiguen en la parte de atrás del primer comedero de las
vacas. Cubierta de
barro y sangre.
Desde ese día tengo una pesadilla recurrente, siempre despierto
llorando, tratando de
eliminar las imágenes borrosas de ese ser
domándome, cabalgándome,
matándome
No he vuelto a "La Curva", ni siquiera al llano he vuelto
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